La Romanización: se expande la cultura romana
La cultura romana durante la república anterior a la expansión era la de un pueblo con pocas manifestaciones artísticas y literarias. Con el surgimiento de su política imperialista se incorporaron elementos culturales de diversa índole, sobre todo, se recogió la tradición cultural helenística (es decir, de la Antigua Grecia). A partir de entonces se puede definir la cultura en Roma como una síntesis de los aportes que recibió en su contacto con los pueblos dominados. Los romanos fueron originales a partir de todo aquello que tomaban.
Las nuevas pautas culturales se extendieron hasta los más lejanos rincones del imperio. Este proceso recibió el nombre de romanización. Un vehículo importante para la expansión cultural fue el uso de una lengua común: el latín. Originaria del Lacio, esta lengua comenzó a hablarse en todas las zonas dominadas por Roma.
El derecho romano
Punto culminante de la cultura romana, las normas y las leyes del derecho romano todavía sirven de inspiración y pauta para la jurisprudencia (o justicia) moderna.
El derecho romano comprende las normas establecidas para regular la vida social: las relaciones familiares, comerciales, laborales, privadas o públicas.
Estas normas no amparaban de igual modo a los ciudadanos y a los que no lo eran. El sujeto del derecho romano, es decir la persona considerada con capacidad para tener derechos y obligaciones, era el ciudadano. En Roma había dos tipos de ciudadanía: la completa, de la que gozaban los ciudadanos romanos que tenían plenos derechos políticos y civiles, y la incompleta, que correspondía a los ciudadanos habitantes de las provincias, que tenían solamente derechos civiles como casarse, tener propiedades y celebrar contratos comerciales.
Durante la época republicana tuvo mucha importancia la actividad realizada por los pretores, magistrados anuales encargados de la administración de justicia. Al asumir su cargo, dictaban un conjunto de leyes o edictos por los cuales se iban a regir, o confirmaban los de sus antecesores. Las normas dictadas por el pretor urbano dieron origen al derecho civil, es decir, al que se ocupaba de regular las relaciones entre los ciudadanos romanos. Las normas dictadas por el pretor peregrino dieron origen al llamado derecho de gentes, que regulaba las relaciones de los habitantes de las provincias del imperio (ciudadanos incompletos). En el siglo III se suprimió la distinción entre el derecho civil y el derecho de gentes, cuando el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio.